El Nido

Montoya

ZZK Records Presenta El Nido de Montoya El Nido: un abrazo acogedor en tiempos inciertos

El mundo cambió para siempre a partir de marzo del 2020. La vida a la que estábamos acostumbrados dejó de existir, nos agobió un miedo constante, una desconfianza en todo lo que nos rodeaba y una actitud fatalista hacia el mundo en que vivíamos. La pandemia nos trajo el confinamiento, el aislamiento durante meses, las calles vacías, las mascarillas, el alcohol en gel, el miedo a salir, una lista absurda de muertos por Covid, la tensión diaria de no saber cuándo todo esto iba a terminar, y las ansias por “volver a la normalidad”, algo que realmente nunca ocurrió.

Desde aquella saturación de la pandemia y esas ansias por la “normalidad” salió El Nido, el tercer álbum de Montoya, el productor colombiano radicado en Italia, que describe este disco como “volverse vírgenes del destino nuevamente, enfrentar a aquel mundo fatalista y crear ese anhelo por la tranquilidad. Disfrutar ese momento de antes de la pandemia, aquel instante cuando lo más importante no era la realidad inmediata ni la situación mundial”. Montoya ve El Nido como ese lugar tranquilo en que piensas cuando cierras los ojos; es una playa o una montaña, un amanecer o un atardecer, una ola en el mar que refresca el cuerpo, o el susurro de un viento que inmediatamente silencia todo a tu alrededor.

En sus discos anteriores, Iwa de 2015 y Otún de 2019, prevaleció su labor como productor, alimentando la creciente ola de electrónica latinoamericana, fusionando IDM y techno con música de raíces indígenas, folklore andino y ritmos de la costa caribeña e instrumentación ancestral del Pacífico. Pero en El Nido Montoya divide el saldo, ofreciendo solo cinco temas instrumentales y seis colaboraciones con artistas latinoamericanos, entre ellos las colombianas Nidia Góngora en Soñé, Montañera en Sierra y Pedrina en Nubecita. También incluye a la artista mexicana Pahua en Flor del mar, la peruana Lara Nuh en El faro y la franco-venezolana La Chica en Palosanto.

Desde el nombre mismo, una evocación del hogar, El Nido es además una municipalidad filipina en la isla de Palawan, un lugar que resultó ser la última experiencia en vivo de Montoya antes de la pandemia. Aquel lugar, con sus mares cristalinos y arena blanca, se convirtió en el escenario y el punto de partida de este trabajo, reflejando la abstracción de un mundo caótico y proponiendo destinos borrosos con cada canción, como lugares que existen en la memoria cuando cerramos los ojos, permitiendo que los habitemos un par de minutos, por lo menos. Por otro lado, es un disco que se acerca al amor; como un anhelo y como un refugio, como una guía y un ancla, pero también como una figura retórica que nos hace vibrar y que nos eleva, mientras que al mismo tiempo nos mantiene conectados a la tierra y nos deja instalarnos en un lugar que podemos usar como refugio.

El Nido se encuentra disponible en vinilo y en todas las plataformas digitales

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